No hay nada peor para el ocio coleccionable que querer llegar demasiado rápido al high end, alto nivel o como quieras llamarlo. Como ya te contaba en la primera parte de esta serie, una de las trampas del panorama actual del ocio coleccionable es el sesgo del triunfador.
- Por todos lados nos rodean contenidos que destacan a personas que ganan torneos con premios masivos, reciben bonos y regalos exclusivos, y consiguen patrocinios de marcas reconocidas.
- También vemos a gente con colecciones brutales, y nos llegan historias de personas que logran comprarse una casa con apenas vender unas cuantas cartas de sus viejas carpetas.
Y toda esa parafernalia se nos sube a la cabeza, generando toda una mezcla de FOMO, deseo de pertenecer al círculo de la fama y vivir de nuestra pasión coleccionable.
Con la alta exposición que reciben los pocos afortunados, romantizamos y vemos demasiado fácil una situación que es claramente excepcional.
Si me prestas cinco minutos, te contaré cómo disfrutar del hobby a tu ritmo sin caer en esta trampa.
Érase una vez un juego coleccionable…
La diferencia entre un juego normal y un coleccionable es que el segundo tiene expectativas aparejadas. En especial, la expectativa del valor añadido.
Pregúntale a cualquiera que conozcas con carpetas petadas de cartas vintage de Pokémon, Magic o Yu-Gi-Oh. Mejor aún, pregúntale a gente que sepas que envía cartas a gradear y compra cartas gradeadas.
Estos son casos high end, pero la misma expectativa también la vive quien abre un sobre.
Con las subidas de precio del material sellado y prácticas como el «juego de los sobres», nos hemos acostumbrado a una noción distinta del coleccionable.
Asumimos que tenemos que sacar al menos tanto valor en el producto como la cantidad que invertimos para adquirirlo. Y deseamos sacar un buen pedazo más de lo que le metimos.
Pero esa es la mentalidad que nos lleva directos al desastre, cuesta abajo y sin frenos.
¿Cuáles son los cantos de sirena de los coleccionables que debes tener más en cuenta?
Detalles tan sencillos que a menudo nos pasan desapercibidos porque se esconden a simple vista.
- Las disponibilidades. Conseguir una carta o un producto sellado deseable no suele ser sencillo, porque se manipulan las tiradas de impresión. La escasez le da un halo extra de atractivo.
- La calidad de impresión. Que una carta sea escasa y además esté bien hecha (bordes, centrado, superficie…) es el sueño húmedo de la mayoría de coleccionistas. Y los tratamientos especiales bien ejecutados lo son aún más.
- La usabilidad. Que una carta sea muy jugable o se considere como staple (indispensable) de uno o varios formatos, dispara su valor. Eso tiende a llamar la atención de los coleccionistas a su vez.
Todo ello se derrumba con un único gesto: reimpresiones. Cuando la oferta iguala la demanda (o crece en la cantidad suficiente para mitigarla) los precios caen en picado.
Si entras en este hobby con mentalidad de inversor, te vas a comer un cerro de mierda
Francamente, es muy difícil conseguir rentabilidad con los coleccionables. Primero, por lo que hacen las propias empresas. Y a mayores, por lo que hacemos los jugadores y coleccionistas.
- A nadie le apetece que su carpeta repleta de potenciales miles de euros acabe valiendo menos que el papel de impresión. Por eso se dio el notorio caso de la Lista Reservada de Magic… Y por eso muchos venden con urgencia lo más caro que tienen siempre que se anuncian reprints, hundiendo los precios todavía más deprisa.
- Siempre llega un momento en la vida de ciertos coleccionables en que los únicos que los venden y compran son los fliperos, scalpers y timaviejas varios. Esperando sacar beneficio, se pasan la patata caliente hasta que al fin nadie más quiere seguir alimentando esa burbuja.
- Por otro lado, no es sensato compararte ni obsesionarte con lo que hacen youtubers como el de Universe Cards, ElRubius o Logan Paul. Son personas a las que le sobra la pasta para quemarla como quieran. Si les apetece petar 400 cajas en directo de una sentada o pagar un sobrecoste de cinco millones por una sola carta, lo pueden hacer.
el contenido más popular está creado para exaltarte y volverte impulsivo. ¡Cuida tu energía y tu estado mental!
O de otro modo acabarás como los que van a un evento de «emprendimiento», 100% seguros de que les van a vender algo que no quieren y sabrán resistirse a ello… Y salen de allí endeudados hasta las cejas.
No te fijes tanto en los locurones que hacen los figuritas del internet. Antes bien: apuesta por romper el espejo y ver lo que sucede en otros círculos, más a pie de calle.
La mayoría de consumidores apenas pueden destapar una o dos cajas en cada nueva expansión. Así que no te rayes por no poder dedicarte a perseguir hits como tus faranduleros favoritos.
Demasiadas personas consideran morbo las cartas que cuestan cinco euros o más… Y suelen preferir deshacerse de lo caro (cuando les cae en suerte) para conseguir lo que de verdad les interesa.
¿Crees que obrando así te iría bien dentro del hobby? Pues vamos a rizar el rizo aún más.
Esto es lo mejor que puedes hacer para vencer los cantos de sirena del ocio coleccionable
En el texto anterior te contaba que antes teníamos una relación distinta con los juegos coleccionables.
Los de la vieja guardia tenemos preferencias claras, y no nos guiamos tanto por el síndrome de la urraca. No vamos detrás de lo más nuevo y brillante, sino de lo que nos pone de verdad.
No es infrecuente que nos dé por coleccionar nuestros tipos de criaturas favoritos. O que optemos por buscar todas las cartas que encajan en las estrategias y mecánicas que mejor dominamos. Y también sentimos bastante aprecio por el lore, con lo que tendemos a hacer barajas y colecciones temáticas.
Es más: este verano conocí a un señor al que le encanta coleccionar cartas de Metapod. Y también sé de gente que colecciona todas las cartas de sus personajes favoritos (como por ejemplo Liliana, la nigromante más famosa del Magic) y las relacionadas con esos personajes.
¿Y sabes qué? Me parece estupendo. Tienen claro lo que les mola y van directos a por ello.
Ese es el secreto a voces: aclárate con lo que quieres y céntrate en ello.
¿Y qué sucede con el influjo de los torneos, los eventos y la escena competitiva?
¿Cómo nos aclaramos antes de pulirnos el sueldo de uno o varios meses en barajas meta?
- Apostando por jugar eventos de draft, sellado, y formatos casuales. Aumentarás tu colección, aprenderás a combinar mejor tus piezas de juego, y las barreras de acceso no serán tan altas. (Piensa en formar tu propio cubo en algún momento, cuando quieras un desafío mayor.)
- Si vas a torneos grandes, favorece los que incluyan eventos paralelos. Así le sacas más partido a tu inversión para llegar allí, te sigues divirtiendo hasta que te marches y no pierdes ocasiones de ganar premios jugosos aunque no estés en el evento principal.
¿Y qué se puede hacer para conseguir copias de cartones deseados?
- Ponle atención a las barajas preconstruidas. Todo mazo precon suele traer cartas muy demandadas por su jugabilidad como reclamo de ventas, y si además te gusta la mecánica de la baraja en cuestión, mejor que mejor. ¡Ya tienes con qué jugar!
Por cierto… Algunas empresas aprovechan las barajas prearmadas para frenar a los especuladores feroces, y así evitar el desequilibrio competitivo por razones de billetera. (Konami lo hizo al incluir copias de Ash Blossom & Joyous Spring en un gran número de barajas de estructura. ¿Lo sabías?)
- Y si lo que te mola son las cartas gradeadas, mejor pilla cartas raw y mándalas a gradear tú. Te ahorras un pico, y probablemente la nota que saques te importe menos que la verificación y el slab.
La clave para evitar esta trampa es reducir el ritmo voluntariamente y a conciencia
Si te centras en jugar eventos de draft y de sellado, lo tienes facilísimo para sostener tu hobby coleccionable sin dejarte la bolsa y la vida.
Con tiempo y paciencia habrás destapado sobres a espuertas, y sin frustrarte por lo que te salga en ellos. Conseguirás cartas que buscabas y otras que podrás gradear, cambiar o vender. Te acercarás a completar tus master sets por una vía más amena.
Y todo porque tu objetivo no era el de sacarle todo el valor económico posible a esos sobres.
Era el de usarlos para jugar, con opción a conseguir más sobres si combinas bien tus cartas. Y si te salió algo cotizado, ¡pues eso que te llevas!
Si tomas este consejo de veterano, te ahorrarás muchas molestias y malas inversiones.
No me canso de comentar en público que por lo normal solamente compro lo que juego, o lo que quiero conservar. Y a veces las cosas que compro se cotizan a lo bestia y pinchan en cuanto hay un reprint.
Me sorprende ver que una carta que conseguí por 5 euros o menos en su día de repente está en 80 pavazos. Y no me angustio cuando la reimprimen y baja a 20 de repente. Porque la quiero para usarla, ¡no para comerciar con ella! Si no necesito reponerla o conseguir copias extra, el precio me la pela.
Además, mis amigos (y buena parte de los miembros del club) tienen carpetas llenas de cartas golosas. Gracias a ellos tengo claro que años de constancia y buenos momentos crean colecciones muy potentes.
Y lo mejor de todo es que, si lo haces así, no tienes que sufrir un palo económico brutal para «ponerte a nivel». No tienes por qué salir escaldado por el hype, la escasez y el FOMO. A no ser que quieras.
¡Y esto es todo por el momento!
En el club Dioses del Cartón comparto con frecuencia esta clase de reflexiones y consejos.
Mi objetivo es devolver la pasión a jugadores y coleccionistas que están quemados por las malas prácticas y decisiones de fabricantes, distribuidores y otras tiendas.
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¡Hasta la próxima!
Sergio